domingo, agosto 31, 2014

“De cómo no dejamos de crecer para ser siempre los mismos”


La semana pasada nos acercamos al Teatro Muñoz Seca a ver la obra “Hay que deshacer la casa” de Sebastián Junyent, y actualmente representada por Ramón Langa y Andoni Ferreño.
Una obra de 1.985  y en inicio concebida para mujeres, resulta totalmente natural en 2.014 e interpretada por hombres tras ser adaptada por Andoni Ferreño hace unos años.
En esencia, no creo que constituya gran diferencia que los protagonistas sean hombres o mujeres pues nos habla de sentimientos, de percepciones personales, de rencores antiguos,…todo muy humano y totalmente independiente de los géneros.
El trabajo de los actores y la puesta en escena es totalmente creíble lo que hace que te intereses desde el principio y hasta tomes partido.
Esta situación en que nos coloca la obra, totalmente normal aunque afortunadamente no demasiado repetitiva en una misma vida, la habremos vivido ya o muy probablemente nos tocará vivirla, por lo que podemos llegar a comprenderla sin necesidad de esfuerzos o razonamientos, sino desde nuestra parte más básica, desde las tripas.
Las personas crecemos o creemos que lo hacemos, que superamos pequeños traumas infantiles, que evolucionamos pero, eso no es del todo cierto, solo cambiamos de casa, de ciudad, de trabajo o de compañeros. Si llegara el caso de enfrentarnos a recuerdos o situaciones antiguas, nos daríamos cuenta de que nuestras reacciones iniciales serían las del niño que fuimos, con todas las inseguridades, los miedos y las envidias.
Nos daremos cuenta de que no hemos perdonado que nuestra hermana nos quitara el novio a los 13 años, que seguimos creyendo que el otro era el mimado de mamá y le concedía todo lo que pedía, que sin duda, e injustamente,  ha tenido mucha más suerte en la vida…

Afortunadamente, y si nos concedemos un rato, también nos daremos cuenta de que los demás soportan sus propios traumas y rencores hacia nosotros. Y nos escucharemos, y nos entenderemos  y,  sin tardar mucho, veremos que el amor por esas personas con las que convivimos en esos años de infancia, y que creíamos totalmente olvidado y superado, sigue también ahí. Y apoyándonos en el, como lo hacíamos tantos años atrás para conseguir algo de nuestros padres o para superar el miedo a la oscuridad, llegaremos a superar cualquier problema y a conciliar posiciones.